domingo, 2 de abril de 2017

Doña Perfecta de Benito Pérez Galdós

Hoy toca reseñar la segunda y última de las lecturas obligatorias de la UNED: Doña Perfecta de Benito Pérez Galdós. Acabé el libro el jueves, y el viernes lo devolví a la biblioteca, por lo que ya no lo tengo (oooooh…). La verdad es que me ha sorprendido, y me ha dejado muy buen sabor de boca, aunque no por el final, que es bastante amargo.

Título: Doña Perfecta (edición de Rodolfo Cardona)
Portada de Doña Perfecta
Autor: Benito Pérez Galdós
Editorial: Cátedra
Año: 1984
Páginas: 295
Género: Realismo, novela

Sinopsis:
Doña Perfecta (1876) fue la primera de las novelas sociales de Galdós, en la que trata de abordar los problemas de la España de su tiempo. Con este fin, sitúa la acción en una ciudad imaginaria (pero no irreal); su Orbajosa, como la Vetusta de Clarín, se ha incorporado por derecho propio a la geografía literaria de nuestro país. El problema central es el de la intolerancia, articulado dramáticamente por la confrontación entre una visión provinciana, tradicionalista y primitiva, y otra europeizada, liberal, centrada en la metrópoli. Doña Perfecta es una obra de lucha: Galdós concibió su quehacer literario como intervención en la realidad. Plenamente vigente en lo literario, su llamada a la tolerancia sigue siendo —desgraciadamente— de actualidad.

Mi opinión:
Nunca había leído nada de Galdós, así que cuando supe que una de sus obras era lectura obligatoria me sentí muy motivada, porque me apetecía mucho. Sin embargo, yo me esperaba Fortunata y Jacinta, su obra cumbre, de manera que me sorprendió esta elección de mi profesor (en la distancia) de la asignatura. Me informé un poco y me enteré de que esta obra pertenece a la primera etapa de la literatura de Galdós, la publicó por entregas en la Revista España (lo que se nota cuando la vas leyendo) y es una crítica a la intolerancia y a la oposición al progreso.
El principal problema que le encontré al texto es que en la introducción te destripan el final. Sí, me quedé con una cara de “¿por qué me hacéis esto?”. A ver, que lo hacen en todas las introducciones, sí, pero claro, yo ya sabía cómo acababan otras obras que he tenido que leer como La Celestina o La vida es sueño. Pero es que, de Doña Perfecta, no sabía nada, y van y me destrozan toda la intriga… Pues me fastidió un poco.
Luego, otro asunto que hay que tener en cuenta, es que es realismo, así que el autor describe, y mucho, y a veces hay capítulos que son algo largos y que aportan relativamente poco a la trama. No obstante, no llega a hacerse pesado, yo me lo he leído sin ninguna dificultad.
Así pues se nos presentan las dos posturas que se enfrentan desde el principio en el libro, la de Pepe Rey, un joven ingeniero de la ciudad, liberal y partidario del progreso, que va a Orbajosa a casa de su tía (doña Perfecta) para casarse con su prima, con los habitantes de esta ficticia población, tradicionales, cerrados y muy poco tolerantes.
En los primeros capítulos Pepe Rey no te llega a caer bien, se queja por todo, no tiene ninguna empatía, critica todo cuanto ve y delante de aquellos a quienes puede ofender con sus observaciones. Vamos, que le falta un poco de mano izquierda y es bastante hater. La aparición del canónigo don Inocencio marca el primer punto de inflexión, no hace más que provocar a Rey para hacerle quedar de arrogante, hereje y poco respetuoso, pero todo fingiendo una falsa modestia y bondad que para nada posee. Mientras tanto, Perfecta intenta quedarse en el punto medio, no rechazando a su sobrino y procurando darle leves toques de atención para que corrija su “desconsiderado” comportamiento. Esto, junto con ciertos problemas con las tierras que corresponden a Pepe Rey, hace que todo el pueblo se ponga en su contra.
Enseguida te das cuenta de que Pepe Rey no merece tanta antipatía, que puede que no tenga mucho filtro a la hora de hablar, pero es que todo, absolutamente todo lo que sale de su boca, es malinterpretado por los de Orbajosa. Y te da pena. Y este es el momento en el que te metes en el libro, cuando te engancha.
Con todo el pueblo oponiéndose a su presencia, cualquiera en el lugar de Rey se hubiera ido dejándolos ahí con sus prejuicios y tonterías. Mas aquí entra el factor que lo cambia todo: el amor. Pepe Rey y su prima, Rosarito, se enamoran. A Rosarito la tienen encerrada por una extraña dolencia y Pepe Rey sospecha que es contra su voluntad, así que no se puede marchar sin más, dejando a su amada sola ante tanta mala gente. He de decir que el amor entre Pepe Rey y Rosarito es bastante irreal, caen prendados el uno del otro nada más verse. Incluso Rosarito llega a admitir que por lo que el padre de Pepe contaba de él en las cartas, ya estaba medio enamorada. Un amor de oídas, bastante inverosímil, sin embargo, es necesario para que la trama avance, Pepe Rey necesita un motivo para quedarse en la hostil Orbajosa.
Pepe Rey va atando cabos y poco a poco se da cuenta de que el origen de toda esta conspiración contra él está más cerca de lo que parece… Y no quiero decir nada más para no hacer como me hicieron a mí con la introducción y fastidiaros más de la cuenta la trama. Aunque sí diré que la conversación en la que se desenmascara todo es tensa y magistral.
Hay que reseñar que el conflicto se extrapola a la política con la entrada del ejército en Orbajosa. Ya no es sólo un problema entre Pepe Rey y el pueblo, son dos formas de ver a España las que se enfrentan.
Galdós no se posiciona claramente, pero se intuye perfectamente su pensamiento con sus descripciones y su manera de contar los hechos. Y, por supuesto, no justifica las malas acciones que realiza Pepe Rey (que las hace), es un narrador que trata de ser imparcial, pero el lector sabe juzgar con la materia que el autor nos proporciona lo que en Orbajosa sucede.
Otro aspecto a destacar es lo bien que están caracterizados los personajes con su forma de hablar, los más cultos tienen un lenguaje esmerado y amplio, los que prácticamente son analfabetos son más limitados y usan expresiones más populares.
Percibí además una posición contraria al típico Beatus ille que tanto de moda había estado en obras de tiempos anteriores. La vida alejada de la ciudad ya no es tan idílica, al revés, puede convertirse en una auténtica pesadilla.
En cuanto a los personajes, mi forma de ver a Pepe Rey evolucionó de tenerle un poco de manía a cogerle cariño. Doña Perfecta sufrió el camino inverso al de Pepe Rey, de cierta simpatía al odio. Por otro lado, Rosarito, al principio parece una muñeca a la que todos manejan, sin embargo, sorprende al tomar decisiones contrarias a las de su madre, desobedecerla e incluso desafiarla. Y, el canónigo don Inocencio… a ese hombre lo aborrecí desde la primera página en la que aparece hasta la última. Es curioso lo bien que están puestos los nombres, jugando con la ironía, pues cada uno es lo opuesto de lo que su nombre indica.
El final es bastante trágico, pero encierra algo de justicia "divina", pues todos aquellos que obraron mal quedan castigados de alguna manera. Lo malo es que también los buenos acaban mal parados.
Lo que más me ha gustado es la capacidad de engancharte poco a poco a la historia, y la crítica social y política que se hace a través de una situación familiar.
Lo que menos, el principio, los capítulos que pasan hasta que te metes en la historia. Además, las conversaciones entre Pepe Rey y don Inocencio se hacen repetitivas. ¡Ah! Y que te destrocen el final antes de empezar (esto ya lo he dicho, ¿no?)…
Lo cierto es que me he quedado con más ganas de Galdós, así que no descarto leerme más adelante La de Bringas y Fortunata y Jacinta (aunque esta última es muy larga, así que se va a la lista de libros para leer a largo plazo).
Sin duda os recomiendo Doña Perfecta, os gustará, aunque no esperéis una trama muy complicada ni espectacular, pero precisamente en esta sencillez está la belleza, en la facilidad con la que Galdós es capaz de dar una visión y una crítica de la sociedad del momento en el que él vivió.

Citas:
“No sabemos cómo hubiera sido doña Perfecta amando. Aborreciendo, tenía la inflamada vehemencia de un ángel tutelar de la discordia entre los hombres”.

“Esto se acabó. Es cuanto por ahora podemos decir de las personas que parecen buenas y no lo son”.

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